Ser La Paz que queremos….

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Ser La Paz que queremos….

¿Cómo vivimos nuestra vida en este escenario existencial? ¿Qué son nuestras relaciones, con nosotros y con los otros, sino la expresión de quienes somos adentro, donde nadie nos ve, donde creemos que estamos a salvo y podemos pensar o imaginar o sentir lo que sea: caos (confusión) o cosmos (orden)?

Ese adentro es un espacio interior donde guardamos y atesoramos lo que creemos importante para nosotros: la imagen que tenemos de nosotros mismos, lo que nos valida. Sí. Lo que valida y refuerza nuestros valores y nuestros sentimientos y emociones de amor, de gratitud, de confianza, de alegría, de coraje…; e igualmente nuestros rencores, tristezas, culpas y desengaños.

Ese espacio interior lo localiza la ciencia en el cerebro; concretamente en el cerebelo, si lo que  guardamos se relaciona con nuestra supervivencia; o en el neocórtex, si el asunto es emocional; o en la parte frontal del cerebro, si se trata de cosas del orden intelectual-racional…Todas esas regiones de nuestro cerebro almacenan las imágenes, la información y los recuerdos que constituyen ese ser que pienso-creo que soy, el conjunto de ideas y creencias a través de las cuales observo el mundo y me relaciono con el entorno: es ese mi sistema operativo (SO).

En el transcurso de la vida, más tarde o más temprano, empiezo a presentir que soy algo más; de pronto siento que soy…; y el ser que siento que soy no tiene un lugar específico en el ser en el cual siento lo que siento. Me doy cuenta, en un momento dado, de que hay algo más, que soy un ser inmaterial en la percepción de mí mismo: soy un cuerpo, sí, pero no soy solo un cuerpo; siento emociones, sí, pero no soy solo las emociones; tengo ideas, pienso, sí, pero no soy solo pensamientos. Soy, entonces, un ser espiritual; y el ser espiritual no es material denso, por lo cual no lo podría comprender racionalmente desde el punto de vista científico. Siendo esto así, es mejor que bajemos del cerebro al corazón y que conversemos desde allí, desde ese espacio físico donde nace todo lo que se hace, con serenidad, generosidad, equilibrio, integridad, amor ordenante y ordenado.

En el corazón todos somos hermanos, servimos y aceptamos al vecino, al amigo, al necesitado. Desde el corazón nos integramos, escuchamos, comprendemos, perdonamos.  En el corazón no nacen juicios, mentiras, divisiones ni malas intenciones. Vivir desde el corazón es vivir en amor y armonía, es poder crecer nuestro yo dando lo mejor que somos, y al crecernos podemos enfrentarnos a las vicisitudes, a los problemas y a los conflictos integrándolos y disolviéndolos en nuestro orden interior; y ahí, en ese orden, donde cesan las divisiones, donde sentimos que somos parte de un todo y actuamos en coherencia, nace la Paz.

Porque Paz no es ausencia de conflictos ni de problemas. Paz es ese ‘permiso’ que le damos a nuestro ser allí, en el interior de nosotros, para que se crezca en reconciliación, solidaridad, servicio y amor incondicional. Paz es ponerse en los zapatos del otro y al comprenderlo, amarlo.